Si han jugado bien o no, de sistemas tácticos o de elementos competitivos podemos hablar en otro momento, ya que el artículo va enfocado por completo a un elemento que ha saltado a la palestra en la opinión pública: “la selección francesa gana con africanos”. Más allá de cualquier indignación personal (trataré de ser fiel a Max Weber y su “tipo ideal”), buscaré quitar la máscara que oculta este tipo de opiniones en nuestra sociedad, develando ciertos mitos, medias verdades y mentiras.
“Esos son puros negritos (sic), no son franceses”
Quizás el elemento que me ha molestado más, tanto que no se por donde empezar. Primero hay que aprender un poco de la Francia de hoy en día, para evitar emitir opiniones sin saber.
Según datos de la INED (instituto francés dedicado a estudios demográficos), en 1999, una de cada cuatro personas que viven en Francia son de origen extranjero. El mismo estudio explica que el 13% de la población francesa es de origen africano. Eso quiere decir que casi 9 millones de personas que hacen vida en Francia tienen sangre africana. Es decir que hay más personas con raíces africanas en Francia que población en 9 países participantes del Mundial: Costa Rica, Croacia, DInamarca, Islandia, Panamá, Serbia, Suecia, Suiza y Uruguay.
Decir entonces que los jugadores de Francia no son franceses es, por decir menos, una opinión ignorante. El color de piel no “corresponde” a ningún sitio geográfico, y la prueba de eso es esta selección. Eso sin contar el racismo tan fuerte que se vive dentro y fuera de las redes sociales.
“Francia se fue a África a buscar gente”
Cada vez que escucho esta afirmación, imagino a los directivos franceses yendo a un mercado de esclavos a “comprar” jugadores sin patria. Desvelaremos esta mentira con la calculadora.
De los 23 jugadores convocados al Mundial Rusia 2018, solo dos jugadores nacieron fuera de territorio francés: Steve Mandanda (Congo) y Samuel Umtiti (Camerún, y en suelo francés desde los 2 años de edad).
De los 21 jugadores restantes, 12 son franceses sin ascendencia directa de otro país. Por citar nombres: Hugo Lloris, Benjamin Pavard, Olivier Giroud y Antoine Griezmann.
Así que los 9 jugadores restantes, nacieron en Francia y sus padres (ascendencia directa) provienen de otras partes del mundo, no solamente de África. Tal es el caso de Lucas Hernández, de padres españoles y de Presnel Kimpembe, de madre haitiana. Y no estoy quitando a Fekir, que es de ascendencia argelina (y no pertenece al “África Negra”).
Eso quiere decir que menos de la mitad de la plantilla de la selección nacional francesa corresponde a ese “mito” de la opinión pública. Específicamente, solo 9 jugadores (incluyendo a los que nacieron fuera de Francia) tienen que ver con África de manera directa. 9 de 23, el 39% de los campeones mundiales.
“Francia le debe esta Copa al continente africano y a la migración”.
Mis lectores habituales ya saben de mi tesis y de mi concepto construido de talento. El talento es la sumatoria de factores que permiten una capacidad única en el rendimiento competitivo de un individuo: genético, social, educativo y psicológico. La influencia de todas hacen que un deportista pueda diferenciarse del resto.
La formulación a la pregunta que hacemos es la siguiente: ¿Qué porcentaje de responsabilidad tiene Francia en el éxito de su equipo talentoso en la Copa del Mundo?
Supongamos que lo que dicen en las redes sociales es cierto (ya vimos que no, pero hagamos el ejercicio). Vamos a suponer que Francia tiene que agradecerle a sus movimientos migratorios por “darles el talento que los hizo campeones”, por lo que pensaremos un momento que cada jugador de Francia es de padres africanos. Entonces vamos a darle a mi definición de talento un porcentaje igualitario: 25% a cada factor.
Factor genético: cada individuo nace con unas características y unas tendencias naturales. Sabiendo que ese factor viene en ellos desde los genes, este 25% se lo lleva la migración africana y sus genes resistentes, atléticos y de alta tendencia a la exigencia física.
Factor social: Si cada jugador nació en Francia, con padres africanos, la sociedad en la que se desarrollan es la francesa. Puede existir un porcentaje de “herencia social” (mi padre jugaba en Congo), pero el círculo social no deja de ser francés. Siendo justos repartiremos 20% a Francia y el 5% a la herencia social inmigrante.
Factor Educativo: Escuelas de formación, clubes deportivos, fuerzas básicas, todas de bandera francesa, sin excepción. Desde el primer entrenador que le da sus inicios en el deporte, hasta la tecnología utilizada para colocarse en la vanguardia del deporte de élite. 25% inexorablemente para Francia.
Factor psicológico: La razón mental por la que están ahí, la bandera que defienden, el himno que cantan. La voluntad de ser mejores, y la capacidad motivacional de hacerlo. Pensamiento europeo al momento de la táctica y la disciplina. 25% para Francia.
La bandera del éxito en este mundial es francesa: el 70% de la definición de talento así lo respalda.
Por supuesto, la influencia del inmigrante tiene un importante protagonismo en la senda victoriosa, pero desmeritar al país que puso la educación, la tecnología, la economía y la identidad sólo para una suerte de “justicia social” cuasi populista, es ver las cosas de una manera incompleta.
Aplausos de pie principalmente a Francia: por saber utilizar una generación promisoria y llevarlas al éxito de manera eficiente. A los jugadores: por ser creyentes de sus capacidades y fortalezas. Por salir por encima de todas las adversidades.
Pero un abucheo general a las personas que quieren ganar risas, adeptos y seguidores a partir de la ignorancia. Aquellos que no se detienen a indagar, sino que le dan al botón de compartir, porque es más rápido. Aquellos que quieren ganar votos y fanáticos aprovechándose de estas situaciones para levantar banderas ajenas al deporte.
Estamos en el siglo XXI, es el momento de dejar el racismo de una vez por todas. No hay manera de ser una mejor sociedad sino cambiamos. El paso está en un hilo muy corto, encima del abismo de lo banal. Dar ese paso nos hará cambiar para mejor.