Escribir estas líneas tiene un efecto doble: alertar a padres, madres y representantes de los peligros reales en un ambiente tan complicado como el deporte de competencia, y un desahogo por ser parte de este mundo deportivo, que tiene cosas hermosas, pero esconde grandes secretos que deben ser develados.
Padres que me leen: tomen estas líneas en serio. A veces nuestros hijos pasan por momentos de gran confusión y miedo, y nuestra misión es estar ahí. Espero que este humilde artículo pueda ayudar a salvar a nuestra juventud de las garras de monstruos que se aprovechan de un sueño, para convertirlo en pesadillas para siempre.
Los hechos
Larry Nassar fue un médico estadounidense de 54 años. Desde 1986 fue parte del equipo médico de la selección de gimnasia de Estados Unidos, y una década más tarde pasó a ser el coordinador del mismo hasta 2015, cuando fue despedido.
Durante casi 3 décadas, Larry Nassar aprovechó su labor como “médico milagroso” para abusar sexualmente de niñas en edades comprendidas entre 6 y 18 años. Su estatus reconocido, su experiencia y sus resultados lo colocaban como un profesional de fiar, razón por la cual muchas niñas no sabían si sus “métodos” eran correctos. Los padres, igualmente, ponían su fe ciega en su labor, hasta el punto de ignorar las acusaciones de sus hijas, las pocas que se atrevían a decir algo.
En 2017 se le sentenció culpable por posesión de pornografía infantil (decenas de miles de archivos hallados en su computadora) y el 25 de enero de 2018, tras 160 testimonios orales y escritos, Larry Nasser fue condenado por cargos de violación de menores, con una pena de entre 40 y 175 años, que se le suman a los 60 años que debe cumplir por la sentencia de pornografía infantil.
“El método milagroso”
Advertencia: contenido fuerte que puede herir la sensibilidad de los lectores.
Durante el juicio, más de 150 víctimas pudieron levantar su voz, describiendo las pesadillas que el doctor Nassar las hizo pasar a lo largo de sus entrenamientos en alta competencia.
Jamie Dantzscher, medallista olímpica de Sidney 2000, relató su experiencia cuando acudió a sus servicios, por un dolor en la espalda baja. “Puso los dedos dentro de mi, movió mi pierna en círculos, me dijo que iba a sentir un chasquido y que eso colocaría mis caderas y el dolor de espalda desaparecería”, al momento de esta experiencia, Jamie contaba con 13 años, pero los abusos perduraron hasta los 18, cuando participó en Sidney 2000.
Jessica Howard, gimnasta rítmica, confirmó estos tratamientos en su testimonio. “Estaba por darme masajes y me pidió que no usará ropa interior. Cada vez iba a zonas más íntimas. Pense que algo estaba mal, pero no me sentía capaz de decir nada, porque era un médico muy reconocido y me sentía muy afortunada de que me atendiera.”
Chelsea Markham no tuvo la oportunidad de decir su testimonio, en representación acudió su madre, Donna Markham.”Todo comenzó por él” sentenció la madre, que describió como su hija recibió abusos sexuales desde los 10 años. Abandonó la gimnasia a los 13, y tras un largo periodo de depresión y drogas, Chelsea se suicidó en 2009.
Sus víctimas no solo pertenecían a la gimnasia, en su estancia en la Universidad de Michigan (1997 - 2016), utilizó su método en atletas de diversos deportes. Los relatos son muchos, sólo he colocado unos cuantos para entrar a contexto, pero con solo colocar su nombre en Google, podrán verlos todos.
“Él era una luz en la oscuridad”
Hay dos factores que coincidían en los testimonios: los abusos sexuales que el doctor Nassar utilizaba en sus terapias y lo amigable que era con las atletas.
Dantzscher afirmaba que Larry Nassar “era como un amigo”. El ambiente en las concentraciones del equipo nacional de gimnasia era de tal crueldad, que la llegada del doctor (incluso con golosinas y aperitivos) era un alivio a tanto maltrato por parte de los entrenadores, en sesiones largas y muy duras. La gimnasta olímpica confiesa: “Sentía que siempre estaba en problemas(...) Me dijeron que tenía que adelgazar, en ocasiones me obligaba a vomitar. Sentía que no estaba permitido que sonriera en el gimnasio, así que escucharle hacer bromas y que comentara lo horrible que eran los entrenadores, era como una luz en la oscuridad”.
Eso nos da una primera reflexión, dirigida especialmente a entrenadores, equipo técnico y afines al deporte de competencia. La exigencia, indudablemente, es parte necesaria del deporte de alto rendimiento. Hemos sido testigos de que ese mismo “push” hace sacar lo mejor de los deportistas que atendemos. Pero opino que una exigencia mal dirigida es un abuso grave en nuestros destinatarios, incluso puede ser el inicio para una pesadilla: depresión, vicios y suicidio.
La exigencia debe tener un nivel, un propósito y un límite. Los predadores sexuales se aprovechan de ambientes hostiles para buscar soluciones a atletas confundidos y hambrientos de cariño. La exigencia no excluye el cariño, la exigencia no excluye la comunicación. Antes de ser entrenadores, seamos solución para sus vidas. Tenemos ese compromiso.
Decálogo para prevenir a los monstruos
Tras mucha investigación, consultas y apoyo, me atrevo a realizar un pequeño listado de consejos dirigidos a los padres para detectar, descubrir, denunciar y alejar a estas personas que le pueden hacer mucho daño a nuestros hijos, y manchan el deporte:
1. Pregunta todo, interésate por todo. Entre tantos quehaceres y obligaciones, en ocasiones se nos olvida preguntarle a nuestros hijos acerca del entrenamiento, sesión o cita. ¿Cómo te fue? ¿Qué hicieron en el entrenamiento? ¿Te gusta, te sientes bien? Son preguntas que ayudan mucho para develar si algo marcha mal.
2. Habla con el equipo técnico. Nunca está de más que te intereses por los métodos, planificación y estrategias del club de tu hijo. Mientras más preguntes, más informado estás, sin contar que el entrenador sabrá que tiene que hacer un buen trabajo porque hay interés por parte de los padres.
3. Alerta de actitudes sospechosas. Procura siempre saber las razones por las cuales un entrenador o técnico debe estar a solas con tu hijo. También el contacto físico excesivo, el trato diferenciado, las conversaciones o citas por fuera de las horas pautadas. Todo tiene una razón, exige saberlo.
4. Facilita la comunicación. Hay ocasiones en que los padres gritan y castigan con severidad por cosas sencillas, haciendo pensar que algo más grave será mucho peor para ellos. Fomenta la comunicación libre con tu hijo, que pueden decir y denunciar lo que quieran. La seguridad genera mejor comunicación.
5. Nunca lo obligues a dar cariño. “Hágame el favor y le da un abrazo y un besito a su tío”, son de las cosas más alarmantes que solemos hacer con naturalidad. Hay ocasiones que el rechazo a un cariño se debe a que el niño no se siente cómodo con esa persona, y al obligarlo le decimos que es una obligación de dar afecto, motor principal de una violación.
6. Educar a sus hijos en materia sexual. Es muy importante que nuestros hijos sepan de sexo desde nuestras propia enseñanza. Saber indicarle a nuestros hijos cuales son sus zonas íntimas, lo que debe pasar si alguien intenta tocarlos (el método No-Corre-Dilo), y lo que implica una agresión sexual. Si no se lo enseñas tu, otro lo hará…
7. No - Corre - Dilo. Es un método para escapar de un abuso sexual. Ideado por la Doctora Judith Cohen, se trata de tres simples pasos: No significa gritar no a las insinuaciones sexuales, Corre significa alejarse del lugar lo más rápido posible y Dilo significa contarle a alguien de inmediato lo que esta pasando.
8. Todo con tu autorización. Desde el regalo más tonto (un dulce, una galleta) hasta la actividad más planificada (sesiones especiales, encuentros, viajes) deben ser notificadas y autorizadas por ti.
9.Con sospechas o pruebas, actúa. Ante la principal sospecha de abuso sexual, denunciar lo más pronto posible. La intuición es un arma poderosa.
10. No es culpa de tu hijo. Psicológicamente, hay una cierta culpa de tu hijo ante la situación de abuso. Si eso llega a suceder, no ayuda que lo regañes por eso. Al contrario, hazle entender que no es culpa, que hace bien en decir si no se siente bien con alguna persona.
Padres que me leen: tomen estas líneas en serio. A veces nuestros hijos pasan por momentos de gran confusión y miedo, y nuestra misión es estar ahí. Espero que este humilde artículo pueda ayudar a salvar a nuestra juventud de las garras de monstruos que se aprovechan de un sueño, para convertirlo en pesadillas para siempre.
Los hechos
Larry Nassar fue un médico estadounidense de 54 años. Desde 1986 fue parte del equipo médico de la selección de gimnasia de Estados Unidos, y una década más tarde pasó a ser el coordinador del mismo hasta 2015, cuando fue despedido.
Durante casi 3 décadas, Larry Nassar aprovechó su labor como “médico milagroso” para abusar sexualmente de niñas en edades comprendidas entre 6 y 18 años. Su estatus reconocido, su experiencia y sus resultados lo colocaban como un profesional de fiar, razón por la cual muchas niñas no sabían si sus “métodos” eran correctos. Los padres, igualmente, ponían su fe ciega en su labor, hasta el punto de ignorar las acusaciones de sus hijas, las pocas que se atrevían a decir algo.
En 2017 se le sentenció culpable por posesión de pornografía infantil (decenas de miles de archivos hallados en su computadora) y el 25 de enero de 2018, tras 160 testimonios orales y escritos, Larry Nasser fue condenado por cargos de violación de menores, con una pena de entre 40 y 175 años, que se le suman a los 60 años que debe cumplir por la sentencia de pornografía infantil.
“El método milagroso”
Advertencia: contenido fuerte que puede herir la sensibilidad de los lectores.
Durante el juicio, más de 150 víctimas pudieron levantar su voz, describiendo las pesadillas que el doctor Nassar las hizo pasar a lo largo de sus entrenamientos en alta competencia.
Jamie Dantzscher, medallista olímpica de Sidney 2000, relató su experiencia cuando acudió a sus servicios, por un dolor en la espalda baja. “Puso los dedos dentro de mi, movió mi pierna en círculos, me dijo que iba a sentir un chasquido y que eso colocaría mis caderas y el dolor de espalda desaparecería”, al momento de esta experiencia, Jamie contaba con 13 años, pero los abusos perduraron hasta los 18, cuando participó en Sidney 2000.
Jessica Howard, gimnasta rítmica, confirmó estos tratamientos en su testimonio. “Estaba por darme masajes y me pidió que no usará ropa interior. Cada vez iba a zonas más íntimas. Pense que algo estaba mal, pero no me sentía capaz de decir nada, porque era un médico muy reconocido y me sentía muy afortunada de que me atendiera.”
Chelsea Markham no tuvo la oportunidad de decir su testimonio, en representación acudió su madre, Donna Markham.”Todo comenzó por él” sentenció la madre, que describió como su hija recibió abusos sexuales desde los 10 años. Abandonó la gimnasia a los 13, y tras un largo periodo de depresión y drogas, Chelsea se suicidó en 2009.
Sus víctimas no solo pertenecían a la gimnasia, en su estancia en la Universidad de Michigan (1997 - 2016), utilizó su método en atletas de diversos deportes. Los relatos son muchos, sólo he colocado unos cuantos para entrar a contexto, pero con solo colocar su nombre en Google, podrán verlos todos.
“Él era una luz en la oscuridad”
Hay dos factores que coincidían en los testimonios: los abusos sexuales que el doctor Nassar utilizaba en sus terapias y lo amigable que era con las atletas.
Dantzscher afirmaba que Larry Nassar “era como un amigo”. El ambiente en las concentraciones del equipo nacional de gimnasia era de tal crueldad, que la llegada del doctor (incluso con golosinas y aperitivos) era un alivio a tanto maltrato por parte de los entrenadores, en sesiones largas y muy duras. La gimnasta olímpica confiesa: “Sentía que siempre estaba en problemas(...) Me dijeron que tenía que adelgazar, en ocasiones me obligaba a vomitar. Sentía que no estaba permitido que sonriera en el gimnasio, así que escucharle hacer bromas y que comentara lo horrible que eran los entrenadores, era como una luz en la oscuridad”.
Eso nos da una primera reflexión, dirigida especialmente a entrenadores, equipo técnico y afines al deporte de competencia. La exigencia, indudablemente, es parte necesaria del deporte de alto rendimiento. Hemos sido testigos de que ese mismo “push” hace sacar lo mejor de los deportistas que atendemos. Pero opino que una exigencia mal dirigida es un abuso grave en nuestros destinatarios, incluso puede ser el inicio para una pesadilla: depresión, vicios y suicidio.
La exigencia debe tener un nivel, un propósito y un límite. Los predadores sexuales se aprovechan de ambientes hostiles para buscar soluciones a atletas confundidos y hambrientos de cariño. La exigencia no excluye el cariño, la exigencia no excluye la comunicación. Antes de ser entrenadores, seamos solución para sus vidas. Tenemos ese compromiso.
Decálogo para prevenir a los monstruos
Tras mucha investigación, consultas y apoyo, me atrevo a realizar un pequeño listado de consejos dirigidos a los padres para detectar, descubrir, denunciar y alejar a estas personas que le pueden hacer mucho daño a nuestros hijos, y manchan el deporte:
1. Pregunta todo, interésate por todo. Entre tantos quehaceres y obligaciones, en ocasiones se nos olvida preguntarle a nuestros hijos acerca del entrenamiento, sesión o cita. ¿Cómo te fue? ¿Qué hicieron en el entrenamiento? ¿Te gusta, te sientes bien? Son preguntas que ayudan mucho para develar si algo marcha mal.
2. Habla con el equipo técnico. Nunca está de más que te intereses por los métodos, planificación y estrategias del club de tu hijo. Mientras más preguntes, más informado estás, sin contar que el entrenador sabrá que tiene que hacer un buen trabajo porque hay interés por parte de los padres.
3. Alerta de actitudes sospechosas. Procura siempre saber las razones por las cuales un entrenador o técnico debe estar a solas con tu hijo. También el contacto físico excesivo, el trato diferenciado, las conversaciones o citas por fuera de las horas pautadas. Todo tiene una razón, exige saberlo.
4. Facilita la comunicación. Hay ocasiones en que los padres gritan y castigan con severidad por cosas sencillas, haciendo pensar que algo más grave será mucho peor para ellos. Fomenta la comunicación libre con tu hijo, que pueden decir y denunciar lo que quieran. La seguridad genera mejor comunicación.
5. Nunca lo obligues a dar cariño. “Hágame el favor y le da un abrazo y un besito a su tío”, son de las cosas más alarmantes que solemos hacer con naturalidad. Hay ocasiones que el rechazo a un cariño se debe a que el niño no se siente cómodo con esa persona, y al obligarlo le decimos que es una obligación de dar afecto, motor principal de una violación.
6. Educar a sus hijos en materia sexual. Es muy importante que nuestros hijos sepan de sexo desde nuestras propia enseñanza. Saber indicarle a nuestros hijos cuales son sus zonas íntimas, lo que debe pasar si alguien intenta tocarlos (el método No-Corre-Dilo), y lo que implica una agresión sexual. Si no se lo enseñas tu, otro lo hará…
7. No - Corre - Dilo. Es un método para escapar de un abuso sexual. Ideado por la Doctora Judith Cohen, se trata de tres simples pasos: No significa gritar no a las insinuaciones sexuales, Corre significa alejarse del lugar lo más rápido posible y Dilo significa contarle a alguien de inmediato lo que esta pasando.
8. Todo con tu autorización. Desde el regalo más tonto (un dulce, una galleta) hasta la actividad más planificada (sesiones especiales, encuentros, viajes) deben ser notificadas y autorizadas por ti.
9.Con sospechas o pruebas, actúa. Ante la principal sospecha de abuso sexual, denunciar lo más pronto posible. La intuición es un arma poderosa.
10. No es culpa de tu hijo. Psicológicamente, hay una cierta culpa de tu hijo ante la situación de abuso. Si eso llega a suceder, no ayuda que lo regañes por eso. Al contrario, hazle entender que no es culpa, que hace bien en decir si no se siente bien con alguna persona.