Prendo el televisor, pero esta vez no lo haré para ver el pobre show político de mi país, ni tampoco a ver a otros países y sus ligas deportivas llenas de calidad. Esta vez prenderé el televisor para ver a un grupo de chicas levantar la bandera que otros pisotean, voltean y venden. Mientras vagamos por un desierto incierto, hay un oasis lleno de orgullo y pasión: nuestras niñas vinotinto. Las chicas clasificaron al Mundial Sub17 de Jordania 2016 y, al momento de escribir estas palabras, sólo les queda derrotar a la selección brasileña para quedar campeonas regionales. Y si, si han visto algún juego de las chicas sabrán que la probabilidad de ganar es alta.
Y empiezo este artículo lleno de mucho sentimiento y con mi propia experiencia porque lo que ha logrado la selección femenina de fútbol categoría Sub 17 de Venezuela en el Sudamericano realizado en Barquisimeto en marzo de 2016 es algo que representa un fiel ejemplo de quien quiere dar un grano de arena en un país como el nuestro.
Es muy fácil disfrutar de las mieles de la victoria justo ahora, en el ocaso del torneo, con las chicas invictas y ya clasificadas. Pero quiero que me acompañen al pasado, dónde veremos el camino para llegar a este momento de triunfo; las jugadoras venezolanas y el equipo técnico que las dirige tuvieron un paso amargo, digno de una película deportiva de Disney, con muchas injusticias, indiferencia y prejuicios. Lamentablemente, a diferencia del cine, el final feliz es aprovechado por muchos que las vilipendiaban para montarse en el bus victorioso.
EL MACHISMO ARRAIGADO EN EL BALÓN… Y EN EL PRESUPUESTO
La selección femenina de fútbol de Venezuela no es una “recién llegada” al mundo deportivo nacional, y está muy lejos de serlo. La misma selección que vemos en tierras larenses ya fue campeona sudamericana y ya estuvo en un Mundial Sub17 en Costa Rica (2014), dónde las chicas conquistaron el 4to lugar con Deyna Castellanos, nuestra capitana y principal referente, como la goleadora del torneo. Además, obtuvieron medalla de plata en los Juegos Olímpicos de la Juventud, en el mismo año.
Aun con los logros obtenidos, las chicas encararían la cita regional de 2016 sin un lugar apto para entrenar. Los equipos del torneo local femenino no podían garantizar la asistencia de las jugadoras a los módulos de preparación por aspectos logísticos y económicos, sumado a que el Director Técnico de la selección, Kenneth Zseremeta, solicitó ayuda a la Federación Venezolana de Fútbol, sin respuesta satisfactoria.
En enero de 2016, a falta de un par de meses para Sudamericano, la selección no tenía lugar de entrenamiento, ni el total de jugadoras concentradas, ¡Ni siquiera sede del torneo! Ya que Maracay se había ofrecido para realizarlo, pero no cumplió con las condiciones de infraestructura para albergar el evento. Ni el Ministerio del Poder Popular para el Deporte, ni ningún equipo del fútbol venezolano les abrió las puertas para el último módulo de 2015, sólo el Deportivo JBL, zulianos, recién ascendidos a primera división, los que salvaron a las chicas de un final distinto.
Ya para noviembre de 2015, en una entrevista publicada en el diario Panorama, Kenneth Zseremeta y Deyna Castellanos denunciaban los problemas para poder entrenar de manera digna. Las chicas utilizaban el mismo uniforme del Mundial pasado ya que no les habían llegado los insumos actualizados por parte de la FVF. Castellanos insistía algo que aún es una quimera en el mundo del deporte: el trato igualitario de hombres y mujeres.
La situación explotó: en enero de 2016, Deyna, de 16 años, publica en twitter su malestar. “Nosotras la selección sub17 femenina no tenemos en donde entrenar, para nuestro sudamericano que es aquí en casa en menos de 2 meses…”. Para continuar con su lucha por el trato igualitario continúa diciendo “Mientras que la sub20 masculina esta en Colombia teniendo una gira de preparación para su sudamericano que cabe destacar es en el 2017…”
Tras el sacudón mediático que implicó el anuncio de la capitana, más la lucha constante del cuerpo técnico, la FVF les facilita las instalaciones del Centro Nacional de Alto Rendimiento en la Isla de Margarita para terminar su preparación. Las “vinitas” pueden respirar y poder concentrarse en un lugar apto para la práctica del balompié, con nueva indumentaria y logística más digna, pero el padecimiento no termina ahí.
APOYO POPULAR Y COBERTURA MEDIÁTICA, UN LOGRO A PULSO
Ya teniendo lugar de entrenar y sede del torneo, sólo queda de las chicas revalidar el título logrado en Paraguay 2013. Estar en casa, como regla básica, garantiza un ambiente favorable para el equipo anfitrión. Pero aún los caminos seguían tortuosos para el éxito de las chicas.
Los juegos del sudamericano se realizaron en día de semana, en horario matutino y en un clima inclemente. El primer turno a las 9:00am, y el segundo a las 11:15, tanda elegida para que las venezolanas realizaron sus encuentros. Como es de adivinar, el apoyo popular en la gradería fue escaso en el primer partido. Los familiares, siempre presentes, eran los primeros asistentes, unos cuantos aficionados y pocos medios de comunicación tomaron parte ese 1ero de marzo (miércoles) para ver el estreno vinotinto contra Argentina. Meridiano dedicó su titular a Pablo Sandoval y a Chita Sanvicente, dejando a las “vinitas” en la esquina superior derecha. Sólo Líder fue más generosa, dedicándoles la primera plana, a full color.
A medida que los resultados se iban dando (3-0 Argentina, 8-0 Perú, 2-0 Chile), la gente y los medios empezaban a llenar el estadio de Cabudare. Para el 3-1 vs Paraguay ya las gradas presentaban más gente, a pesar de la hora y de ser jueves. ¡Qué difícil es convencer al público para que vaya a un estadio, independientemente de que un equipo gane o pierda!
La Fase Final lleva a Venezuela a vapulear a Colombia (4-0) y reafirmar la victoria a Paraguay (6-2), lo que deja el plato servido al encuentro contra Brasil el domingo. Si seguimos la lógica fanática, veremos un estadio muy lleno el 20 de marzo, con primeras planas en periódicos deportivos y no deportivos, con figuras políticas tuiteando y promocionando(se), en fin, un festival en el que muchos quieren figurar, pero que tiene a nuestras heroínas como las únicas responsables de su propio éxito.
¿DE QUIÉN ES EL ÉXITO?
No hay lugar a dudas, las guerreras vinotinto y su equipo técnico son los únicos responsables del éxito que tienen. Y lo repito, con intención y alevosía, porque es triste ver como hay mucha gente aprovechando este “autobús de la victoria”. Las chicas han tenido que comerse las verdes, caminar descalzas y otras metáforas para ser dueñas del boleto al Mundial de Jordania en octubre. Es muy injusto darle crédito a la FVF, al Gobierno, a los equipos, a los medios de comunicación, e incluso a los fanáticos oportunistas por un mérito que ellas han logrado solas. Y, además, como se consiguen las cosas aquí: dando todo el sacrificio, pidiendo lo justo, recibiendo lo mínimo, para aprovecharlo en grande.
Comparar su rendimiento con la selección nacional de mayores es injusto, ya que las circunstancias son distintas. Más si planteo algo: ¿Qué pasaría si entendemos que la selección femenina tiene tanto mérito como la masculina en ser tratada dignamente? No me gusta cuando la gente dice que los mayores deben jugar como las chicas; yo, al contrario, digo que a las chicas debe dársele la misma oportunidad que a los hombres. Capaz hay que aceptar que el fútbol masculino tiene un largo camino por recorrer, y ubicar nuestros objetivos en lograr grandes cosas con la selección femenina. Quizás ir a la Copa del Mundo, en Venezuela, sea cosa de mujeres.
Por último, verlas jugar detiene el alma. SI no has tenido la oportunidad, por favor, no dejes de verlas. Ellas se merecen que también les llenemos la Plaza Sadel, que hagamos gradas en Plaza Venezuela y en San Ignacio. Se merecen espacios televisivos especializados y una liga nacional decente y profesional. Ya que los que están en el poder no quieren entender el mensaje de estas guerreras que aún no tienen edad de votar, seamos nosotros, los que las admiramos, los principales agradecidos de habernos devuelto ese tricolor en el pecho y ese orgullo de gritar ¡Venezuela!
Y empiezo este artículo lleno de mucho sentimiento y con mi propia experiencia porque lo que ha logrado la selección femenina de fútbol categoría Sub 17 de Venezuela en el Sudamericano realizado en Barquisimeto en marzo de 2016 es algo que representa un fiel ejemplo de quien quiere dar un grano de arena en un país como el nuestro.
Es muy fácil disfrutar de las mieles de la victoria justo ahora, en el ocaso del torneo, con las chicas invictas y ya clasificadas. Pero quiero que me acompañen al pasado, dónde veremos el camino para llegar a este momento de triunfo; las jugadoras venezolanas y el equipo técnico que las dirige tuvieron un paso amargo, digno de una película deportiva de Disney, con muchas injusticias, indiferencia y prejuicios. Lamentablemente, a diferencia del cine, el final feliz es aprovechado por muchos que las vilipendiaban para montarse en el bus victorioso.
EL MACHISMO ARRAIGADO EN EL BALÓN… Y EN EL PRESUPUESTO
La selección femenina de fútbol de Venezuela no es una “recién llegada” al mundo deportivo nacional, y está muy lejos de serlo. La misma selección que vemos en tierras larenses ya fue campeona sudamericana y ya estuvo en un Mundial Sub17 en Costa Rica (2014), dónde las chicas conquistaron el 4to lugar con Deyna Castellanos, nuestra capitana y principal referente, como la goleadora del torneo. Además, obtuvieron medalla de plata en los Juegos Olímpicos de la Juventud, en el mismo año.
Aun con los logros obtenidos, las chicas encararían la cita regional de 2016 sin un lugar apto para entrenar. Los equipos del torneo local femenino no podían garantizar la asistencia de las jugadoras a los módulos de preparación por aspectos logísticos y económicos, sumado a que el Director Técnico de la selección, Kenneth Zseremeta, solicitó ayuda a la Federación Venezolana de Fútbol, sin respuesta satisfactoria.
En enero de 2016, a falta de un par de meses para Sudamericano, la selección no tenía lugar de entrenamiento, ni el total de jugadoras concentradas, ¡Ni siquiera sede del torneo! Ya que Maracay se había ofrecido para realizarlo, pero no cumplió con las condiciones de infraestructura para albergar el evento. Ni el Ministerio del Poder Popular para el Deporte, ni ningún equipo del fútbol venezolano les abrió las puertas para el último módulo de 2015, sólo el Deportivo JBL, zulianos, recién ascendidos a primera división, los que salvaron a las chicas de un final distinto.
Ya para noviembre de 2015, en una entrevista publicada en el diario Panorama, Kenneth Zseremeta y Deyna Castellanos denunciaban los problemas para poder entrenar de manera digna. Las chicas utilizaban el mismo uniforme del Mundial pasado ya que no les habían llegado los insumos actualizados por parte de la FVF. Castellanos insistía algo que aún es una quimera en el mundo del deporte: el trato igualitario de hombres y mujeres.
La situación explotó: en enero de 2016, Deyna, de 16 años, publica en twitter su malestar. “Nosotras la selección sub17 femenina no tenemos en donde entrenar, para nuestro sudamericano que es aquí en casa en menos de 2 meses…”. Para continuar con su lucha por el trato igualitario continúa diciendo “Mientras que la sub20 masculina esta en Colombia teniendo una gira de preparación para su sudamericano que cabe destacar es en el 2017…”
Tras el sacudón mediático que implicó el anuncio de la capitana, más la lucha constante del cuerpo técnico, la FVF les facilita las instalaciones del Centro Nacional de Alto Rendimiento en la Isla de Margarita para terminar su preparación. Las “vinitas” pueden respirar y poder concentrarse en un lugar apto para la práctica del balompié, con nueva indumentaria y logística más digna, pero el padecimiento no termina ahí.
APOYO POPULAR Y COBERTURA MEDIÁTICA, UN LOGRO A PULSO
Ya teniendo lugar de entrenar y sede del torneo, sólo queda de las chicas revalidar el título logrado en Paraguay 2013. Estar en casa, como regla básica, garantiza un ambiente favorable para el equipo anfitrión. Pero aún los caminos seguían tortuosos para el éxito de las chicas.
Los juegos del sudamericano se realizaron en día de semana, en horario matutino y en un clima inclemente. El primer turno a las 9:00am, y el segundo a las 11:15, tanda elegida para que las venezolanas realizaron sus encuentros. Como es de adivinar, el apoyo popular en la gradería fue escaso en el primer partido. Los familiares, siempre presentes, eran los primeros asistentes, unos cuantos aficionados y pocos medios de comunicación tomaron parte ese 1ero de marzo (miércoles) para ver el estreno vinotinto contra Argentina. Meridiano dedicó su titular a Pablo Sandoval y a Chita Sanvicente, dejando a las “vinitas” en la esquina superior derecha. Sólo Líder fue más generosa, dedicándoles la primera plana, a full color.
A medida que los resultados se iban dando (3-0 Argentina, 8-0 Perú, 2-0 Chile), la gente y los medios empezaban a llenar el estadio de Cabudare. Para el 3-1 vs Paraguay ya las gradas presentaban más gente, a pesar de la hora y de ser jueves. ¡Qué difícil es convencer al público para que vaya a un estadio, independientemente de que un equipo gane o pierda!
La Fase Final lleva a Venezuela a vapulear a Colombia (4-0) y reafirmar la victoria a Paraguay (6-2), lo que deja el plato servido al encuentro contra Brasil el domingo. Si seguimos la lógica fanática, veremos un estadio muy lleno el 20 de marzo, con primeras planas en periódicos deportivos y no deportivos, con figuras políticas tuiteando y promocionando(se), en fin, un festival en el que muchos quieren figurar, pero que tiene a nuestras heroínas como las únicas responsables de su propio éxito.
¿DE QUIÉN ES EL ÉXITO?
No hay lugar a dudas, las guerreras vinotinto y su equipo técnico son los únicos responsables del éxito que tienen. Y lo repito, con intención y alevosía, porque es triste ver como hay mucha gente aprovechando este “autobús de la victoria”. Las chicas han tenido que comerse las verdes, caminar descalzas y otras metáforas para ser dueñas del boleto al Mundial de Jordania en octubre. Es muy injusto darle crédito a la FVF, al Gobierno, a los equipos, a los medios de comunicación, e incluso a los fanáticos oportunistas por un mérito que ellas han logrado solas. Y, además, como se consiguen las cosas aquí: dando todo el sacrificio, pidiendo lo justo, recibiendo lo mínimo, para aprovecharlo en grande.
Comparar su rendimiento con la selección nacional de mayores es injusto, ya que las circunstancias son distintas. Más si planteo algo: ¿Qué pasaría si entendemos que la selección femenina tiene tanto mérito como la masculina en ser tratada dignamente? No me gusta cuando la gente dice que los mayores deben jugar como las chicas; yo, al contrario, digo que a las chicas debe dársele la misma oportunidad que a los hombres. Capaz hay que aceptar que el fútbol masculino tiene un largo camino por recorrer, y ubicar nuestros objetivos en lograr grandes cosas con la selección femenina. Quizás ir a la Copa del Mundo, en Venezuela, sea cosa de mujeres.
Por último, verlas jugar detiene el alma. SI no has tenido la oportunidad, por favor, no dejes de verlas. Ellas se merecen que también les llenemos la Plaza Sadel, que hagamos gradas en Plaza Venezuela y en San Ignacio. Se merecen espacios televisivos especializados y una liga nacional decente y profesional. Ya que los que están en el poder no quieren entender el mensaje de estas guerreras que aún no tienen edad de votar, seamos nosotros, los que las admiramos, los principales agradecidos de habernos devuelto ese tricolor en el pecho y ese orgullo de gritar ¡Venezuela!