Milán, Italia, 23 de abril de 2016, 8:45pm hora local. El Inter de Milán y Udinese Calcio salen al campo para disputar la jornada 35 de la Serie A Italiana, es decir, la liga de fútbol profesional del país europeo, fundada en 1929. Pero este no es un partido más, el encuentro a realizarse en el “país de la bota” tiene una característica en sus 22 titulares de ambas divisas: ninguno es italiano.
Un partido de la liga italiana no tiene ningún jugador italiano.
Y es que esta “Torre de Babel” no es una casualidad: varias cosas han sucedido para llegar a ese hecho. Aprovecharemos este episodio histórico para desentrañar las relaciones que implican un partido de fútbol del siglo XXI. Ya sabemos que existen contrataciones, patrocinantes, especialistas, socios y muchos personajes más que intervienen en un evento deportivo, pero, ¿Sabemos, geopolíticamente, cuantos países intervienen en un partido de fútbol? Se abren las apuestas, pero estoy casi seguro de vaticinar que usted, amigo lector, no se imaginan que sean tantos.
¿Los jugadores de la liga italiana no deberían ser mayoritariamente italianos?
No podemos empezar este análisis sin responder esa pregunta obvia para alguien que no está acostumbrado a la dinámica del deporte moderno. Desde nuestra óptica latinoamericana (que Wallerstein llamaría “de periferia”), los clubes deberían ser los nichos principales que tienen los países para generar nuevos talentos que surtan calidad a las selecciones nacionales. Pero en la realidad del epicentro futbolístico mundial, las cosas se manejan de manera distinta. Las principales ligas del mundo, ubicadas en Europa, son el destino ideal de la mayoría de los jugadores en el mundo, el gran poder económico también busca sentar raíces deportivas en el continente europeo y los medios de comunicación le prestan grandes espacios a lo ocurrido en la Premier, Serie A, La Liga, Bundesliga, como principales torneos del viejo continente. En conclusión, en Europa está el circo más grande del mundo, y todos quieren ser parte de él.
Los clubes europeos, para estar entre los protagonistas principales del circo, deben llenarse de actores con calidad óptima, aun cuando estos no sean del país de la liga en donde participan. La UEFA (regente del fútbol europeo) puso un límite en la cantidad de jugadores extranjeros en las nóminas de los clubes de su jurisdicción, pero, a partir de 1995, la definición de “extranjero” sufrió un cambio determinante en la historia del deporte.
Jean-Marc Bosman fue un futbolista belga, que quería irse a un club francés al terminar su temporada en el RFC Liége de Bélgica. Tras negociaciones infructuosas, los equipos no se pusieron de acuerdo y Bosman no le fue permitido cambiar de club. Bosman fue a la justicia Europea y se sentenció que los equipos del viejo continente pueden contratar a jugadores de la Comunidad Europea con la misma libertad de un jugador de su propio país. La Ley Bosman le da a “extranjero” una palabra hermana: “comunitario”. Los jugadores comunitarios pueden jugar en otras ligas y no llenan el cupo propuesto por UEFA. Si a eso le sumamos la palabra “nacionalizados”, un jugador que nació en Venezuela, puede nacionalizarse español y puede jugar en cualquier liga de Europa, sin ser tomado como extranjero. Esa es la razón por la cual la liga italiana tiene equipos con pocos italianos.
Inter vs Udinese: Un partido, cuatro continentes.
El hecho ocurrido en Milán en abril de 2016 abre el análisis geopolítico de un partido de fútbol. Veamos los 22 jugadores titulares: 9 suramericanos, 8 europeos (comunitarios), 2 europeos (no comunitarios), 2 africanos y 1 asiático. A eso le podemos agregar lo que corresponde a Italia: La ciudad, la liga, el estadio y la terna arbitral. De manera básica, 15 países tienen que ver en el partido de manera directa, pero quien ya ha leído mis artículos sabe que la sociología (o al menos la que me gusta hacer) no se queda en la superficie. 38 países tienen que ver, de manera directa e indirecta, en la partido entre Inter de Milán y Udinese Calcio.
Si colocamos los jugadores convocados, nos daremos cuenta que asciende a 18 naciones involucradas. 45 jugadores, de los cuales 8 son italianos, que representa un 17,7% de la totalidad de futbolistas en el campo.
Pero afuera del campo hay más naciones involucradas: Hay jugadores que no fueron convocados pero que están en esos clubes, Venezuela tiene una representación con Rafa Romo, portero nacido en Turén, y que pertenece al Udinese. Con los no convocados van 23 naciones involucradas.
Cambiamos de área, y vayamos al patrocinio, también involucrada de manera geopolítica. Al Inter de Milán lo viste Nike, empresa estadounidense de ropa y artículos deportivos. También son patrocinados por Deutsche Bank, una entidad bancaria global pero que tiene su centro en Alemania. En el caso de Udinese, su patrocinio es enteramente italiano, así como la marca de ropa que los viste (HS).
Si bien los cuerpos técnicos de ambos equipos son mayoritariamente italianos, Inter y Udinese echan mano de especialistas a lo largo del mundo. Sylvinho (Brasil/España) y José Duque (España) forman parte del equipo técnico del Inter de Milán. Por su parte, Udinese tiene en sus filas a Fabio Tenore, jefe de médicos, proveniente de Estados Unidos.
Y la alta gerencia…
La propiedad y presidencia de ambos equipos tienen aristas que escapan del país de la bota, cada realidad es particular, pero desnuda el proceso de globalización y poder que hay en el deporte.
El Inter de Milán tiene como propietario y presidente a Erick Thohir, de nacionalidad indonesia, dueño también del DC United (fútbol) y de Philadelphia 76ers (basket), equipos deportivos de Estados Unidos. El magnate asiático llego a negociaciones con Massimo Moratti para venderle el 70% de las acciones del equipo, y llegaron a un acuerdo para que el equipo estuviera controlado por Thohir desde el 2013. El vicepresidente es Javier Zanetti, una leyenda como futbolista en el Inter y, ya retirado, sigue estrechamente ligado a la institución, ¿Su nacionalidad? Argentino.
En el caso de Udinese, su dueño es la familia Pozzo, claramente italianos, lo que no llamaría la atención a priori. Pero los Pozzo saben bastante de la globalización en el fútbol de hoy y lo ponen en práctica. Junto al Udinese, esta familia tiene 2 equipos más: El Granada CF en España y el Watford Football Club en Inglaterra. Con los tres equipos logran cambios de piezas importantes para poder llevar al éxito a todos sus clubes. Ejemplo de eso es el mismo Rafa Romo, que fue llevado al Udinese, procedente del Watford, es decir, cambia de equipo, pero no de jefes.
Lo que viene
Se vienen tiempos determinantes en la historia deportiva. Si se dieron cuenta, en ningún momento dije si esto me parecía bueno o malo, este artículo pretende describir el fenómeno para darnos cuenta que el deporte mueve mucho más que un balón: mueve dinero, mueve países, mueve leyes y mueve poder.
Yo abogo por la purificación del deporte, es decir, hacerlo menos turbio y más claro. Para este servidor hay cosas que deben tomarse en cuenta al momento de hacerlo algo al respecto: investigar contrataciones multimillonarias, la multipropiedad, el mundo de las apuestas y la identidad del jugador a su país, independientemente del club donde juegue.
Y eso si lo temo, no me gustaría que en un futuro los jugadores no tengan nacionalidad. Yo, creciendo de mundial en mundial cada 4 años, se me eriza la piel cada vez que veo a los jugadores salir de sus vestuarios con la casaca nacional. Eso es algo por lo que lucharía, ya que es verdaderamente un símbolo de identidad.
Un partido de la liga italiana no tiene ningún jugador italiano.
Y es que esta “Torre de Babel” no es una casualidad: varias cosas han sucedido para llegar a ese hecho. Aprovecharemos este episodio histórico para desentrañar las relaciones que implican un partido de fútbol del siglo XXI. Ya sabemos que existen contrataciones, patrocinantes, especialistas, socios y muchos personajes más que intervienen en un evento deportivo, pero, ¿Sabemos, geopolíticamente, cuantos países intervienen en un partido de fútbol? Se abren las apuestas, pero estoy casi seguro de vaticinar que usted, amigo lector, no se imaginan que sean tantos.
¿Los jugadores de la liga italiana no deberían ser mayoritariamente italianos?
No podemos empezar este análisis sin responder esa pregunta obvia para alguien que no está acostumbrado a la dinámica del deporte moderno. Desde nuestra óptica latinoamericana (que Wallerstein llamaría “de periferia”), los clubes deberían ser los nichos principales que tienen los países para generar nuevos talentos que surtan calidad a las selecciones nacionales. Pero en la realidad del epicentro futbolístico mundial, las cosas se manejan de manera distinta. Las principales ligas del mundo, ubicadas en Europa, son el destino ideal de la mayoría de los jugadores en el mundo, el gran poder económico también busca sentar raíces deportivas en el continente europeo y los medios de comunicación le prestan grandes espacios a lo ocurrido en la Premier, Serie A, La Liga, Bundesliga, como principales torneos del viejo continente. En conclusión, en Europa está el circo más grande del mundo, y todos quieren ser parte de él.
Los clubes europeos, para estar entre los protagonistas principales del circo, deben llenarse de actores con calidad óptima, aun cuando estos no sean del país de la liga en donde participan. La UEFA (regente del fútbol europeo) puso un límite en la cantidad de jugadores extranjeros en las nóminas de los clubes de su jurisdicción, pero, a partir de 1995, la definición de “extranjero” sufrió un cambio determinante en la historia del deporte.
Jean-Marc Bosman fue un futbolista belga, que quería irse a un club francés al terminar su temporada en el RFC Liége de Bélgica. Tras negociaciones infructuosas, los equipos no se pusieron de acuerdo y Bosman no le fue permitido cambiar de club. Bosman fue a la justicia Europea y se sentenció que los equipos del viejo continente pueden contratar a jugadores de la Comunidad Europea con la misma libertad de un jugador de su propio país. La Ley Bosman le da a “extranjero” una palabra hermana: “comunitario”. Los jugadores comunitarios pueden jugar en otras ligas y no llenan el cupo propuesto por UEFA. Si a eso le sumamos la palabra “nacionalizados”, un jugador que nació en Venezuela, puede nacionalizarse español y puede jugar en cualquier liga de Europa, sin ser tomado como extranjero. Esa es la razón por la cual la liga italiana tiene equipos con pocos italianos.
Inter vs Udinese: Un partido, cuatro continentes.
El hecho ocurrido en Milán en abril de 2016 abre el análisis geopolítico de un partido de fútbol. Veamos los 22 jugadores titulares: 9 suramericanos, 8 europeos (comunitarios), 2 europeos (no comunitarios), 2 africanos y 1 asiático. A eso le podemos agregar lo que corresponde a Italia: La ciudad, la liga, el estadio y la terna arbitral. De manera básica, 15 países tienen que ver en el partido de manera directa, pero quien ya ha leído mis artículos sabe que la sociología (o al menos la que me gusta hacer) no se queda en la superficie. 38 países tienen que ver, de manera directa e indirecta, en la partido entre Inter de Milán y Udinese Calcio.
Si colocamos los jugadores convocados, nos daremos cuenta que asciende a 18 naciones involucradas. 45 jugadores, de los cuales 8 son italianos, que representa un 17,7% de la totalidad de futbolistas en el campo.
Pero afuera del campo hay más naciones involucradas: Hay jugadores que no fueron convocados pero que están en esos clubes, Venezuela tiene una representación con Rafa Romo, portero nacido en Turén, y que pertenece al Udinese. Con los no convocados van 23 naciones involucradas.
Cambiamos de área, y vayamos al patrocinio, también involucrada de manera geopolítica. Al Inter de Milán lo viste Nike, empresa estadounidense de ropa y artículos deportivos. También son patrocinados por Deutsche Bank, una entidad bancaria global pero que tiene su centro en Alemania. En el caso de Udinese, su patrocinio es enteramente italiano, así como la marca de ropa que los viste (HS).
Si bien los cuerpos técnicos de ambos equipos son mayoritariamente italianos, Inter y Udinese echan mano de especialistas a lo largo del mundo. Sylvinho (Brasil/España) y José Duque (España) forman parte del equipo técnico del Inter de Milán. Por su parte, Udinese tiene en sus filas a Fabio Tenore, jefe de médicos, proveniente de Estados Unidos.
Y la alta gerencia…
La propiedad y presidencia de ambos equipos tienen aristas que escapan del país de la bota, cada realidad es particular, pero desnuda el proceso de globalización y poder que hay en el deporte.
El Inter de Milán tiene como propietario y presidente a Erick Thohir, de nacionalidad indonesia, dueño también del DC United (fútbol) y de Philadelphia 76ers (basket), equipos deportivos de Estados Unidos. El magnate asiático llego a negociaciones con Massimo Moratti para venderle el 70% de las acciones del equipo, y llegaron a un acuerdo para que el equipo estuviera controlado por Thohir desde el 2013. El vicepresidente es Javier Zanetti, una leyenda como futbolista en el Inter y, ya retirado, sigue estrechamente ligado a la institución, ¿Su nacionalidad? Argentino.
En el caso de Udinese, su dueño es la familia Pozzo, claramente italianos, lo que no llamaría la atención a priori. Pero los Pozzo saben bastante de la globalización en el fútbol de hoy y lo ponen en práctica. Junto al Udinese, esta familia tiene 2 equipos más: El Granada CF en España y el Watford Football Club en Inglaterra. Con los tres equipos logran cambios de piezas importantes para poder llevar al éxito a todos sus clubes. Ejemplo de eso es el mismo Rafa Romo, que fue llevado al Udinese, procedente del Watford, es decir, cambia de equipo, pero no de jefes.
Lo que viene
Se vienen tiempos determinantes en la historia deportiva. Si se dieron cuenta, en ningún momento dije si esto me parecía bueno o malo, este artículo pretende describir el fenómeno para darnos cuenta que el deporte mueve mucho más que un balón: mueve dinero, mueve países, mueve leyes y mueve poder.
Yo abogo por la purificación del deporte, es decir, hacerlo menos turbio y más claro. Para este servidor hay cosas que deben tomarse en cuenta al momento de hacerlo algo al respecto: investigar contrataciones multimillonarias, la multipropiedad, el mundo de las apuestas y la identidad del jugador a su país, independientemente del club donde juegue.
Y eso si lo temo, no me gustaría que en un futuro los jugadores no tengan nacionalidad. Yo, creciendo de mundial en mundial cada 4 años, se me eriza la piel cada vez que veo a los jugadores salir de sus vestuarios con la casaca nacional. Eso es algo por lo que lucharía, ya que es verdaderamente un símbolo de identidad.